BienVenidos

5- Algol, la estrella del demonio

Nadando no estaba, ni tampoco detrás de la roca y menos aún con los demás.

Estuve buscando en cada agujero como una idiota durante dios sabe cuánto tiempo y nada, no había ni rastro de Laida en toda la playa. Me empezaba a preocupar seriamente por ella, una oscura premonición estaba empezando a formarse en mí, y no sabía que más hacer para encontrarla para que no se cumpliera.

- Virus, ¿has visto a Laida?- le pregunté por enésima vez.

- Joder tía, si no supiera que te gusta la carne pensaría que te has pasado al pescado- dijo Laura extrañada por mi exigencia- Tranquilízate, se habrá ido con algún tío a dar una vuelta. No te emparan oyes tía.

- Ídem amiga, estoy segura de que Laida estará haciendo caso a mi mantra, la cual es acuna matata, vive y se feliz- Ruth se sumó a Laura, aunque la primera se encontrara más morada que Bob Marley en su peor día- Tú también deberías hacerlo, la tensión no es buena…

- Vale, vale- me rendí-. Será que he bebido en demasía- Laura asintió a ello, como si ella no hubiera bebido…-, mejor será que me vaya a dar una vuelta para tomar un poco el aire. Nos vemos.

Me alejé de ellas saludándolas con la mano, no sin antes ver como Laura se dirigía hacia donde Nacho se encontraba bebiendo un bloody mary. Creo que esta chica es masoquista o algo por el estilo para insistir tanto con alguien como él. Sabía tan bien como yo que él no era bueno para ella, que lo único que le daría era dolor y sufrimiento, y que se merecía a un chico mejor. Y, hablando del rey de Roma, vi como un chico estaba mirándola con especial aprecio, ese chico era Jimmy, el primo de Ruth, el camello y baterista buenorro. No sabía que a Jimmy le gustara Laura, eso era muy interesante. Me preguntaba cuando había empezado ese sentimiento. Puede que un día de estos hablara con él sobre por qué no le abría su corazón a Laura, al fin y al cabo él estaba como un tren y Laura y él era grandes amigos, ¿sería porque le daba miedo perder su amistad? ¿O sería por los sentimientos de Laura hacia Nacho? ¿O le daría vergüenza?

Lo que sí sabía con certeza era que no eran de mi incumbencia esas cosas, yo no tengo ni voz ni boto en asuntos de corazones ajenos. Así que me guardé mi opinión para mí misma, como en estos casos siempre hacia.

La noche era preciosa aquel día, las estrellas se veían más luminosas en el manto oscuro que era la noche y la luna se encontraba en su plenitud sentada en su reluciente trono en lo alto, en el cielo, después de la retirada de su gran adversario, el sol.

Siempre me ha gustado la noche, no sé el por qué pero así era. Puede que fuera por la tranquilidad del ambiente que se respiraba o por como todo el mundo cambia a mí alrededor, a algo más mágico si cabe. Lo que si era de conocimiento público era que la noche era única.

Vacié la mente de toda preocupación, no quería que mi paranoilla me volviera loca, seguramente Laura tendría razón y se habría ido con algún chico a pasear por allí. No era raro que ella hiciera eso, lo solía hacer muchas veces, y nunca le había sucedido nada, ni tampoco le sucedería nada. Poco a poco pude desprenderme de todo el temor que acumulaba sobre el paradero de Laida, pues me mentalicé que estaría bien.

El familiar sueño volvió a encontrarme nuevamente con otra pieza del puzle nada más conseguir tranquilizarme.



Me dijo que era la hora, me situó en medio de un extraño círculo formado con símbolos arcanos y empezó a cantar aquel aterrador cántico ancestral, que según él serviría para nuestros fines (cuales eran no tengo ni la más remota idea).


Tan pronto como las palabras salieron de sus hermosos labios el mundo entero se convirtió en un infierno de sufrimiento para mí, un dolor insoportable se adueñó de cada parte y articulación de mí ser, hasta de los que no sabía que ni tenía. Era insoportable. Lo único que realmente deseaba en aquellos momentos era una muerte rápida para terminar con aquello, nada podía valer la pena tanto como para padecer aquel terrorífico dolor que me arrancaban chillidos que ningún ser humano normal sería capaz de emitir. La muerte supondría la paz para este tormento…



Tap, tap.

Unos pasos me sacaron de mi ensimismamiento.

Alguien me perseguía. Vale, se que era pronto como para precipitarme y decir aquello. Por eso, para verificar que todo ello no era más que fruto de mi gran imaginación, crucé el camino hacia la otra acera sin alterar el paso, como si todo fuese normal. Lo mismo hizo aquella persona. Aceleré el paso y así hizo él o ella también. No sabía quién o qué era y el miedo estaba empezando a hacer mella en mí, sentía como mis manos temblaban como si de gelatina se tratase y como un sudor frío me envolvía, y eso no podía consentirlo. Por lo tanto, me planté donde estaba y me giré hacia mi perseguidor, dispuesta a hacerle frente a quienquiera que me persiguiera en medio de la noche.

- ¿Quién demonios eres? ¿No tienes nada mejor que hacer que perseguirme?- la ira me ayudó a que mi voz no me temblara a causa del miedo, abría parecido una blandengue de ser así y no la chica dura que parecía indicar el tono de mi voz. Viva por mí y mi interpretación, igual debería plantearme eso de en hacer teatro en el futuro…

Quien quiera que fuera el perseguidor o perseguidora tan pronto como me volví para hacerle frente se marchó corriendo en dirección contraria, le había dado miedo. Yo, una chica de lo más corriente, una chica que tenía de peligrosa lo que Jack el Destripador de angelito, le había hecho salir despavorido a un asaltante o acaso a un violador. Nunca imaginé que viviría para ver aquello. Me sentía grande, como esas mujeres que aparecían en mis novelas, unas mujeres de armas tomar, como yo misma. Pero toda esa felicidad se vio reducida a nada cuando mi voz interior se presentó. Y es que, ¿qué hubiera pasado si no se hubiese escapado? En estos momentos estaría descuartizada en algún rincón oscuro si no fuese por el azar.

Solté un aliviado suspiro al darme cuenta de mi suerte, no sabía que hubiera estado reteniendo la respiración hasta que lo solté todo en aquel suspiro. Dios, mi cuerpo no estaba preparado para ese tipo de sustos. Mi pobre corazón aún seguía galopando como un caballo asustado, y mi cuerpo estaba a rebosar de adrenalina sin utilizar.

Todo ello me dejó débil y asustada, si hubiera sido un verdadero ataque… pero no lo era, me dijo la voz de la conciencia, y no vale la pena perder el tiempo con los “pero y si…”.

Para la próxima, me dije a mi misma, el azar me encontraría preparada, llevaría algo con algún uso útil para un enfrentamiento, como… un espray anti violadores. Sí, eso era una buena idea, mañana mismo iba a comprarlo.

Me dirigí hacia el parque para descansar y tranquilizarme antes de entrar en casa. No quería darle un susto de muerte a mi tía apareciendo con la respiración entrecortada y con cara asustada en casa. Al fin y al cabo, no había sucedido nada y yo no quería que a su edad estuviese tan preocupada, podía ser malo para su salud, y entonces sí, me quedaría sin nadie en el mundo. Era lo último que me quedaba.

Me interné por las veredas del parque, caminé por el paseo central, me deje invadir por el aroma de las flores, el verde de la hierba fresca, el canto de mil pájaros distintos que vuelan de un lado a otro posándose en las ramas de los árboles… A mí siempre me gustó, desde pequeñita, sentarme en uno de los bancos que están junto al gran estanque, y es allí donde me situé. Desde allí se podía contemplar una vista incomparable del cielo estrellado, la arboleda que hay alrededor y el paseo que desciende hasta la puerta principal.

Alcé mi mirada a las estrellas en busca de la mía propia, la estrella Algol, una de las estrellas más brillantes aunque la cantidad de luz que llega a la Tierra decrece temporalmente.

De pequeña mi tía abuela me regaló un telescopio y me enseñó los nombres y la historia de cada una de las estrellas que nos observan desde el cielo. Un día me hizo escoger la mía, pues según una creencia que dice que esa misma estrella velará por ti para siempre. Algol fue mi elección, también conocido por el nombre de la estrella endemoniada o la cabeza del demonio, porque me fascinó su peculiar comportamiento mientras que en el pasado lo temieron con toda su alma por el hecho de que la estrella pudiera variar de magnitud en ciclos de casi exactamente 68 horas y 49 minutos, pues ello sólo podía ser obra del Diablo según ellos. Paparruchas, eso no era más que un atributo que lo hacía más único y especial a mis ojos. Además, es de conocimiento público que el diablo y esas tonterías no son más que fruto de una mente acalorada.

Mi tía abuela también se sintió un tanto inquieta por la elección de su nieta, pero lo dejo pasar cuando vio que no me haría entrar en razón. Cuando algo se me entra entre ceja y ceja nunca doy mi brazo a torcer, y ella lo sabía muy bien.

Aún así, seguía sin entender la forma en que me atraía aquella estrella, era como si ejerciera en mí un extraño magnetismo que me obligaba a adorarla como lo estaba haciendo en aquel mismo momento. Es que era tan preciosa, tan única, tan…

¿Pero qué demonios sucedía aquí también?

La estrella no dejaba de crecer, se estaba agrandando a cada momento que pasaba, y eso no era posible según las leyes de la física. Pero aún así lo seguía haciendo, era como si estuviera… ¡cayendo directamente hacia a mí!

Intenté apartarme de su trayectoria, pero no me moví con la suficiente rapidez, era demasiado tarde, antes de poder moverme ya lo tenía prácticamente encima de mí. Definitivamente hoy no era en absoluto mi día de suerte. Hubiera sido mejor que me hubiese quedado en la cama en vez de salir a la calle.

Me quedé esperando al impacto fatal que tendría lugar de un momento a otro. Cerré con fuerza los ojos, pero ni aún así pude deshacerme del brillo de a estrella al acercarse.

Todo fue luz antes de que…

1 comentarios:

Anónimo dijo...

haaa antes de que???? esto se pone bueno. Sigue subiendo capis.. plisss

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